Grandes películas picotas

En ocasiones se malinterpreta (incluso por sus propios creadores) la naturaleza última del binomio picoto-potórrico. La ira, cabreo o queja es perfectamente natural y su negación es anti-potórrica. Lo que es picoto es una vida basada en estos términos y que niega los aspectos amorosos de la misma.

Así pues la denuncia política y social de Juan (en la dimensión alternativa cosas-chachis salió elegido alcalde de Valladolid) es más que necesaria. El arrebato colérico de la compañera de trabajo de Arturo antes sus flatulencias fue necesario para que él cambiara (aunque quizá el tono fue excesivo). Y en estos momentos el Sr.Barrasa se halla en el brete de tener que ser firme. Sus subordinados se tiran rotes y tatarean éxitos filipinos en el trabajo y eso no puede ser. Depende de él que su firmeza sea justa o picota.

Como podéis ver el Sr.Barrasa está sometido a mucha tensión

Vamos que hay maneras y lo contrario. Albéniz sería un ejemplo de buen hacer y Mercedes Milá de picotismo chungo.



El cine es una magnífica ventana para mirar al centro de la vorágine de la mala ostia y aprender sobre lo picoto. Huelga decir que cada apartado es un spoiler de la peli, así que él que no la haya visto y quiera hacerlo que no lea.

1. The fountain: la rabia picota contra Dios y la existencia.

Tercera película del director-que-nunca-recomendaría-a-mi-prima-que-es-monjita Darren Aronofski. El film consta de tres historias paralelas. En la principal, Hugh Jackman interpreta a un médico que investiga a marchas forzadas para encontrar la cura a la enfermedad de su mujer.


Las otras historias (una en la época de la conquista de América y la otra en un alegórico mundo zen alopécico) simbolizan la necesidad del protagonista de aceptar lo inaceptable: la inevitable muerte de su mujer. Lo contrario le llevará a una rabia picota bien sufrida.

2. Revolutionary Road: la mentira picota

Sam Mendes crea aquí un American Beauty sin paños calientes, yendo a saco al quid de mucha de sus películas: los efectos drámaticos de la hipocresía. En ella una pareja con ínfulas gafapastas intenta salir de su vida de mentirijilla, pero fallan (sobre todo él) debilitados por la hipocresía de la sociedad americana.


Como en American Beauty, las cosas se vuelven insostenibles cuando las mentiras van descubriéndose hasta llegar a una orgía de picotismo comparable a lo que sucedería si Jimenez Losantos y Curry Valenzuela se casaran.

3. American History X: el odio picoto

Uno de esos peliculones por los que no saldrías un viernes. Edward Norton se pone cachas en un plis a lo Pablo Motos, para protagonizar esta cinta en la que queda patente de nuevo que el odio es una de las emociones más destructivas del ser humano.


Ver como el odio va infiltrándose poco a poco en él (esa cena con el padre racista) es emocionante pero más aún es asistir a su dificultosa disolución (esas escenas en la lavandería). El final trágico nos muestra que el verdadero karma es la redención moral del protagonista y no lo que la vida le pueda traer. O no.

4. Dogville: el ojo por ojo picoto

Si has visto cualquiera de sus anteriores películas, comprendo que no quieras ni oler nada relacionado con el Dogmista de Lars Von Trier. Sin embargo Dogville tiene cosas guays. Para empezar Nicole Kidman está muy bien y el tema de la escenografía lejos de incomodarme me hizo gracia.

La película muestra el clásico giro gafapastil en el que de repente todo va mal pero a lo bestia, y todos son muy malos y bla, bla, bla... Me recuerda al asunto del género Dillinger en el que los protagonistas degeneran a una velocidad abrumadora y en dónde yo no suelo saber a santo de qué. La venganza picota se da en la siguiente historia: Nicole Kidman tiene unas figuritas que con mucho esfuerzo ha conseguido ir comprando. En un momento dado una picota del pueblo decide romperle las figuritas hasta que Nicole deje de llorar. Al final de la película cuando el padre mafioso aparece en su rescate, ella decide devolver la gracieta a la señora. Irá matando a cada uno de sus hijos hasta que deje de llorar. La verdad es que no me acuerdo que pasa al final, pero la idea es ya de un picotismo aterrador.

5. El club de la lucha: la violencia picota

El mundo que nos rodea es violento. Si es violento es por el perogrullo de que en nuestro interior hay violencia. Si es tan violento es porque no sabemos dar salida a esa violencia. Witz hace artes marciales y da la chapa. Er croupié se mete en embolados sindicales. Cada uno tiene sus estrategias. Aquí parece ser que la estrategia es quedar a la hora de la merienda para darse de ostias.


Lógicamente esto desemboca en un pipote anarquista en el que la destrucción se erige como dueña y señora de la vida de estos tipos. El final, ambientado con los Pixies, es de tal belleza que dan ganas de hacerse punki por un día.

6. Hot Fuzz: el picotismo cómico

Ésta la saqué de las recomendaciones de Vicisitud y sordidez del año pasado. La pelí en sí no me moló tanto, pero el argumento me encantó. Un poli londines ultra rígido es destinado a un pueblecito para que deje de tocar la breva. Allí descubre que lo que parecía ser el lugar más apacible del mundo es en realidad un infierno marbelli a lo Jesús Gil (muerto el perro...).


Una asociación de viejunos picotos se dedica a limpiar el pueblo de indeseables. Al final el justiciero y unos cuantos policías más terminan dando pal pelo a los viejunos, algo que (bajando el grado) todos hemos querido hacer con los viejuns chismosos de nuestra comunidad.

Mención honorífica: Caótica Ana

La mención viene dada no por su contenido picoto, sino porque fue la culpable de la única verdadera crítica picota que él que escribe ha hecho en este bloj.

Leánla aquí.

Esperamos con pasión la crítica de Gran Torino que nos va a enviar Juan, y que es la inspiradora de este chapa-post.