La rana que quiso ser buey o simplemente la confusión del ego

El majestuoso y corpulento buey se paseaba por el campo, y pasó junto a una pequeña rana. Esta quedó admirada de tanta grandeza, y sintió envidia. ¿Por qué era ella tan insignificante, si otros animales podían ser tan grandes? Pensó entonces que bastaba proponerse ser así enorme para conseguirlo. Y se dispuso a hacer la prueba.
Abrió cuanto pudo la boca y aspiró profundamente, inflándose.
— "Soy tan grande como el buey?" preguntó entonces a otras ranas.
—"Ni con mucho". Le contestaron.




Volvió a intentarlo otra vez y se hinchó un poco más.
— "¿Y ahora?"
—"Te falta mucho". Respondieron sus hermanas.
Una tercera vez intentó la prueba. Pero la piel estirada no resistió más y al inflarse nuevamente, el animalito estalló con el esfuerzo. Así murió la rana infeliz, henchida de vanidad."


Saben ústedes, y si no se lo digo yo, que este blog está subtitulado, aunque sea de forma invisible, por Consciencia y masturbación. Dos grandes y firmes varandillas adonde agarrarnos en aquellos momentos de confusión mental o simplemente de hastió existencial.

No se crean que me olvido del potorrismo. Sé que junto a los dos anteriores forma la triada de principios del tontuno moderno. Los niños cree en los Reyes Magos, en el hombre del saco y en Leticia Sabater. Los jebis creen a pies juntillas en Black Sabbatth, el doble bombo y el headbanger. Los picotos confian fielmente en el puro, el chupito y el mus. Todos ellos tienen sus principios que les llevarán a cotas superiores de existencia.


En la anterior fabula vemos como las ranas, a diferencia de las vacas, son animales llenos de ego. El ego nos aleja de la consciencia, de la realidad. Alguien definía la consciencia como ver el mundo tal y como es. Y el ego sin duda nos ciega por completo.

Para la rana el ego era mayor corpulencia y eso la confundio del verdadero sentido de la vida.

Tras mucho tiempo de observación propia hoy he llegado a la conclusión que para mi el ego es una maleta en la que guardo todo. Cualquier experiencia es susceptible de pasar a ser simplemente una nota de papel, un titulo o un recuerdo carente de su presente. En fin... no les entretengo.

No seamos ranas! Mecagüen

Comentarios

Imagery ha dicho que…
Madre mía enthusiastic! Qué bonita la historia!La rana petó. Al buey le dió igual todo y nosotros aprendimos que a veces nos duele identificarnos desde el principio con el protagonista de una historia.. sin saber de qué va tal historia. Hay alternativas a estas dos vías.
En la ignorancia tampoco está necesariamente la felicidad, pues las otras ranas sabían lo que era un buey y no trataron de semejarse a él (como su difunta amiga), sino en la anulación del ego.


La elección de una creencia no es cuestión burda en el día a día.. con todos los peligros que acarrea el elegir mal o el creer demasiado.

Muy gráfica y exitosamente, Weber, en "la ética protestante", ofrece una representación de porqué, según en lo que creas, acabas consiguiendo unas u otras cosas.
vaderetrocordero ha dicho que…
Sabio consejo que me viene muy bien al hilo de lo mio. Tomo nota.
Portrait ha dicho que…
Yo estoy procastinando con dos libros que vienen muy bien con lo que se habla aqui.

Uno es de Krishnamurti. En él hace una reveladora distinción entre introspección y comprensión. Introspección sería intentar cambiar lo que es uno tras mirar al interior. Uno mira a dentro y descubre que es rana, como no le gusta, observa el exterior y elije algo que le guste para imitar, como el buey. Como una rana es rana y no buey, ese cambio no llega, uno se frustra, luego se deprime y finalmente explota.

Comprensión sería mirar adentro y buscar la causa de porque te jode ser rana. No me gusta ser rana porque socialmente es una mierda. Me importa lo que diga la sociedad porque me identifico con lo que piensan los demás de mí. Me identifico con ideas porque tengo miedo al vacío. Tengo miedo al vacío porque no lo comprendo. El vacío no es malo, sino todo lo contrario, el vacío es libertad creadora.

Cuando se encuentra la causa el problema se diluye y ya no hay necesidad de intentar ser otra cosa.

El otro libro es de Huxley, pero mejor para otro comentario que me estoy alargando mucho...
Elisa ha dicho que…
pues a mí me ha dado pena la rana, no sé, pensaba que al final se iba a dar cuenta de que el tamaño no importa, que es el grosor... aunque creo que seguiría saliendo ganando el buey!

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