Crónicas de un Interrail accidentado I
Como prometí, en esta semana de ausencia mía, tendréis el placer de leer la crónica interrailera de nuestras queridas Loro y Sara. No crean que es una de esas crónica en que si no conocen a los protagonistas entras en un sopor dificilmente soportable. No es así para nada. Es una crónica llena de vicisitudes chungas y actos de potorrismo puro. Disfruten de la primera parte de estas crónicas:
Tanto Sara como yo, habíamos oído hablar de los interrailes muchas veces, lo que no sabíamos es que acabaríamos cambiando “los amigos de toda la vida”, por alguien a quien acabábamos de conocer, el lado Bohemio de Europa, por la misteriosa Europa del Este y la mínima preparación se quedo reducida a unos nombres de albergues escritos en un papelajo con la lista de la compra por detrás.
INTERRAIL: dicese del viaje con amigos de toda la vida, que incluye, porros en Amsterdam, valses en Montmaître, más porros en Amsterdam, ver al meón y por supuesto, última “pasadita” por Amsterdam, todo ello con una mínima preparación.
Así comenzó nuestro bello periplo… Salimos de nuestra querida Dresden (Alemania), una fría mañana de marzo, muy poco convencidas de lo que íbamos a hacer. Aunque intentamos por todos los medios evitar Praga (próxima entrega: Aventuras en Chequia), para llegar a la esperada Varsovia, era la única vía. Praga no nos defraudó, la estación seguía siendo el mismo territorio comanche infestado de drogodependientes, jeringuillas y polacos con perros llamándonos “Kurwa!”.
Un poco deprimidas por tener que pasar nuestro primer día interrailero en parajes tan desagradecidos, matamos el tiempo bebiendo “Pilsner Urquell” y “Staropramen”.
Por fin llego la noche, y con ella nuestro anhelado tren. Pero la fiesta no había hecho más que empezar. Atrincheradas como estábamos en nuestro compartimento herméticamente cerrado, previo aviso del sabio revisor, no esperábamos que en plena estepa polaca, una manada de animales entrara al tren con la misión de entrar en nuestra “habitación”, costara lo que costara. Incluso, poniendo a prueba nuestra inteligencia, pasaron de intentar tirar la puerta abajo, a cinco segundos más tarde hacerse pasar por revisores.
El miedo era tal que no me avergüenzo en reconocer que acabé meando en una bolsa de gusanitos, con calvo incluido a la estación en la que en ese preciso momento al tren se le antojó parar. Pero el cansancio pudo más que el miedo y caímos dormidas, acunadas por el suave arrullo de sus puños golpeando la puerta.
Continuará...
Comentarios
bueno por los parises los potórricos ya han dejado su huella, acaban de partir direccion poitiers, suerte chicos!!
evaka
animo y suerte en vuestro periplo!
PD: Witzbahlam, atento porque pasamos por Bratislava...
;p
ya decia yo, que si sara seguiria este año por dresde, porque del año pasado si que tenia noticias.
por un momento pense que seguia por alli y os ibais a encontrar, ambas, con los potorristas arturicos estos.
;p
aún así todos sobrevivimos
Ya no es que el material sea bueno, sino que esta narrado con maestria.
Lo de viajar con los amigos es complejo, se termina discutiendo por rellenar ratos y como hay confianza y la discusion es forzada pues se termina a malas.
Pero solo durante un rato...