Experiencias freaks-terroríficas II

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¿Que tal amigos de lo oscuro? (y no me refiero al ojete) ¿Tienen ganas de volver a sentir el terror que experimentaron con la Cabagge Patch y con El Buque the other day? El momento es el mas adecuado posible (lunes a las 9 de la mañana), así que tomense un fortasec si no quieren cagarse encima y bienvenidos al horror en sí mismo.
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El infierno en Pozas by Lucinda
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Pozas es un edificio de Cruz Roja, antiguo hospital y depósito de cadáveres durante la Guerra Civil, está en la Calle Pozas en el barrio San Bernardo (que ya da mal rollito decimonónico).
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La primera anécdota es que mi hermana, recién llegada, se perdió un poco al llegar y subió los pisos hasta una planta que apenas se utiliza (la cuarta, creo), y allí vio a un hombre muy raro con gafas rebuscando en los archivadores de metal. Le preguntó dónde estaba el despacho de no sé quién y el hombre le dijo que tenía que ir a otra planta.
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Mi hermana se encontró con su jefe al fin y le comentó lo del señor de la planta cuarta. El jefe se puso blanco y dijo algo como que era imposible, porque la planta cuarta está obsoleta y no se utiliza para nada, de hecho solía estar cerrada con llave y que desde luego no tenía empleado a ningún señor tal y como mi hermana le describía.
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Ahí empiezan las leyendas de la "planta cuarta de Pozas", porque desde hace décadas la gente le tiene miedo a esa planta y otras, dicen que hay fantasmas, ruidos, sillas que se caen, ventanas que se abren y cierran... mi hermana, ahora una de las jefas, se quedó años después hasta tarde trabajando, y en el edificio sólo quedaban ella y el conserje, un señor mayor (Paco, creo que se llamaba). Mi hermana se encargó de revisar las tres plantas por encima e ir cerrando las puertas, por las escaleras. Mi hermana es muy escéptica, pero jura que mientras bajaba, escuchaba ruidos HORRIBLES de puertas que se cerraban de pronto tras ella, cuando habia revisado todo, escuchaba muebles cayendo; trató de no hacer caso y cuando bajó a conserjería para dejar las llaves y largarse, se lo mencionó a Paco y éste dijo algo como "sí, hombre, si es Miguelito, ya le conocemos". Vamos, que el fantasma tiene nombre y todo.
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Ésta otra también es de Pozas, de la misma planta; dos compañeras secretarias volvían de comer. Entonces la planta cuarta volvía a usarse aunque no mucho, pero allí tenían una máquina de escribir que ya no se usaba sobre una mesa. Subieron a la planta y escucharon ruido como si alguien escribiera (esto me lo contaron las propias secretarias años después durante unas cañas en una fiesta) y vieron que había letras sin sentido, y luego palabras sueltas en francés, que aparentemente se habían escrito solas; las hojas volaron por el suelo, y cuando tuvieron valor para regresar, vieron que en los papeles decía que era un soldado, que lo habían llevado a aquel edifcio y que no sabía porqué.
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Uno de los propios mandamás de Cruz Roja me dijo que él sabía cosas que eran increíbles y que había visto fantasmas en Pozas y no le daba vergüenza admitirlo.
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A Saco by Milgrom
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Los jovenes grunges noventeros estábamos en una etapa extraña a mediados de la añorada década en la Kurt Cobain decidió pegarse un tiro. Empezábamos a salir de fiesta por una extraña zona industrial con aspecto de decorado de Blade Runner, llamada Poble Nou. El mítico Zeleste (hoy conocido como Razzmatazz) abría por las noches como discoteca, con el extraño nombre de A Saco. Entrada con cerveza por 200 pelas, con cubata 400, era su reclamo. Antes, los jóvenes solíamos ir al BB+, último reducto del Jevi Metal en la ciudad de Barcelona, en aquellos tiempos en los que renegar de Manowar, Ozzy y Dio era sinónimo de coolness aunque en secreto siguiéramos haciendo air guitar y elevando nuestros puños cuando sonaba "Maldito Sea tu Nombre" de Los Ángeles del Infierno. Allí jugábamos al futbolín y bebíamos calimocho, mientras intentábamos pasar despercibidos entre jevis que bebían cerveza en cuernos y que hacían duelos de espadas de tienda de souvenirs. Después de tajarnos cual cimerios adoradores de Crom, íbamos al A Saco a dar rienda suelta a nuestras bajas pasiones. El problema es que el antiguo Razzmatazz no era el actual lupanar guiri-indie que es hoy, sino que era una amalgama de jevis, indies, grunges, nu-metaleros, y tías feas. Además la música, poco a poco empezó a tomar un cariz cada vez más popero dándole más importancia a los Pixies y a unos Placebo que acababan de salir con su Nancy Boy, para ir abandonando paulatinamente las melodias de Pearl Jam, Soundgarden, Smashing Pumpkins y Tool que iban sonando.
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Además una nueva discoteca acababa de abrirse a apenas 50 metros del A Saco. Una que ahora es un templo del Metal. Sus precios tremendamente competitivos de 200 pelas una birra 500 pelas dos cubatas eran un reclamo excelente, además la música que allí sonaba era la perfecta armonía de rock, indie, metal y rock clásico en el que se aunaban perfectamente Jane's Addiction, House of Pain, Metallica, Nirvana, Fatboy Slim, Marilyn Manson y Rammstein aunando la mayoría de los gustos del joven adolescente rebelde barcelonés. Por otro lado un elevado nivel de guarrismo potórrico en el que se daban stripteases amateurs de las jovenes más liberadas del lugar la convirtieron rápidamente en una seria alternativa al templo alternativo barcelonés que era el A Saco. Muchos de nosotros conocimos allí nuestras primeras negativas femeninas al sexo en grupo, también tocamos allí nuestros primeros pechitos. El precio a pagar era alcohol de garrafón y unos seguratas con los dedos tatuados. Fueron estos últimos los que empezaron a dar mala fama al local cuando de golpe y porrazo empezaron a correr historias acerca de las palizas que estos dieron a amigos de amigos por los temas más prosaicos, cada vez que salía el tema de ir a esa disco-bar. Poco a poco el miedo se fue adueñando de nuestros cuerpos ya que temíamos ser golpeados violentamente por el simple hecho de pedir una marca de vodka que no tenían o pasar por la puerta equivocada de la salida. Hasta que un día saltó la liebre. Alguien vino un sábado con la extrña historia de que los seguratas del local habían sodomizado en los baños, a un pobre chaval ,con una botella de vodka por decirle a uno de los matones, que el local era una mierda. Daba igual que técnicamente fuera imposible, ya que los baños contaban con una puerta estilo Saloon y que el cagadero no tuviera pestillo, daba igual que la historia pasara en la madrugada de un sábado con la discoteca repleta. El miedo empezó a atenazar nuestros cuerpos y cada vez que íbamos al lavabo, las pocas veces que caíamos por allí y coincidiamos con el segurata. Nos concentrábamos en mirar nuestras encogidas titoles y musitar, con un hilo de voz: "Cómo mola la música que ponen aquí". El miedo a ser penetrados con una botella de Moscovskaya era superior a todos nosotros y poco a poco la gente que nos dábamos cita allí, fuimos migrando de nuevo hacia el A Saco o hacia otras nuevas discotecas que iban apareciendo como hongos por el lugar. Seguramente la historia la lanzase algún Public Relations de alguna de esas nuevas discotecas, pero ciertamente consiguió su propósito y entre eso y el aspecto de tipos capaces de matar por dinero de los seguratas, acabó por hundir el local, hasta que cerró sus puertas para reabrir con un estilo totalmente diferente al que le vió en su etapa de esplendor
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Todavía quedan dos historias de Lucinda, así que anímense y manden sus historias a olid16 arroba gmail punto com.
pepe

Comentarios

Shiba ha dicho que…
Madre mía, qué terror sentir el peligro de ser sodomizados en cualquier momento... y más con una botella, ¡qué salvajes!
Milgrom ha dicho que…
Lo chungo es que ese miedo se palpaba en el ambiente, cada vez que íbamos al baño y, que los seguratas de ese local eran lo más sórdido que he visto en seguratas. Otro dato chungo es que tengo que revisar lo que escribo y no darle a Portrait textos escritos en 5 minutos mientras como y esquivando al jefe. Madre de Dios!!
Portrait ha dicho que…
Mea culpa tambien señor Milgrom que soy un vago, y podía haberlo corregido.

Respecto al A Saco hay un bar en Valladolid (Asklepios) que me produce un terror de semejante magnitud aunque de diferente naturaleza.

Lucinda la historia del hombre de la cuarta planta, me ha dejado acojonado. Disculpame la licencia de haber incluido a Ramon el vanidoso como foto pero era a quien mas me recordaba, :-)
estanli cuvric ha dicho que…
Ya les conté mi historia horrorífica en los comentarios del anterior post (siéntanse libres para pasarlos a un post, je). Lamentablemente no tengo más de esas, el resto de historias de mi vida han sido, básicamente, de hacer el ridículo en público, que casi es peor.
Shiba ha dicho que…
Portrait, poner al drogas de Callejeros para mí es un honor, seguramente, se le parecería. Tengo que preguntarle ese punto a mi hermana.

¡Besitos!

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